Una franquicia industrial, también conocida como franquicia de producción, permite al franquiciado fabricar y distribuir productos siguiendo las indicaciones y estándares del franquiciante, utilizando su marca y conocimientos. Este tipo de franquicia es común en sectores como la industria textil, donde fábricas locales producen prendas bajo la licencia de marcas internacionales, o en la industria de pinturas, donde se replican fórmulas y procesos específicos para obtener productos de alta calidad.
Un ejemplo icónico de franquicia industrial es Coca-Cola, que instala fábricas en diferentes territorios para clonar sus procesos productivos. Estas fábricas siguen al pie de la letra las fórmulas secretas y técnicas de embotellado del franquiciante para garantizar que el producto final sea idéntico en cualquier parte del mundo. El control de calidad es fundamental en estas franquicias, ya que la consistencia en el sabor y la presentación es clave para la identidad de la marca.
En muchos casos, la franquicia industrial se complementa con una franquicia distributiva, formando un sistema de integración vertical. Un ejemplo de esto es la marca de moda Benetton, que no solo otorga franquicias para la fabricación de sus prendas, sino también para la distribución mediante tiendas propias o franquiciadas. Este enfoque permite controlar no solo la producción, sino también la experiencia de compra del consumidor, lo que potencia la presencia de la marca en mercados locales.
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